domingo, 23 de septiembre de 2012

Escritura Automática 82



Ya no eran jovenes, la ingenuidad, por mucho que quisieran, se habia extinguido, aparentaban una frescura adulterada, un falso expontáneo reinaba en ese bar lleno de cuarentones hambrientos de sexo, las horas volaban al mismo tiempo que los gintonics.
Descifré el jeroglifico de los desperdicios que se amontonaban en el suelo, colillas apagadas, kleenex sucios, monedas, corazones pisados, y algun desgraciado que se arrastraba intentando recordar el lenguaje humano.

Por suerte, aun me mantenía en la superfície, luchando contra miradas embadurnadas de cosmético, sonrisas desafiantes y gestos de manos neuróticos. Era agotador

Un grupo de arrogantes expertos, estaban reunidos en una mesita, charlando, sonriendo a carcajada , parecían un nido de psicópatas convulsivos, con ganas de no sentirse solos nunca. Había uno de ellos que pavoneaba, hablando de sus viajes a la India, de sus meditaciones diarias, mientas toqueteaba de forma obsesiva, la bolsita de cocaina de su bolsillo.

Extendieron las neuronas albinas sobre el espejo de maquillaje de Leyla Degrisse, aspiraron las celulas nerviosas como resortes automáticos, se agrandaron las pupilas, que ojos tan bonitos encajados en su cara de muñeca de porcelana!
Se encogieron de hombros, y presos de una descarga eleéctrica, se retorcieron con abrazos y besos explosivos.

Los corazones bombeaban, sangre veneno y terciopelo, sus uñas marcaron mis mejillas...como dijo ella"un capricho hay que conseguirlo con la fuerza"

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